Antes de leer, explora estas fotografías de La Rinconada. Basándote en lo que ves, ¿cómo piensas que es vivir allí? ¿Qué piensas que la gente hace normalmente para ganarse la vida en La Rinconada? ¿Cómo piensas que es el clima en La Rinconada? ¿Te interesaría visitar La Rinconada? ¿Por qué o por qué no? 

*All photographs by Walter Dawson. Published with permission from Breaking Borders.

Andrea de la Cruz Aguilar hace fila en la boca de la mina. Cada vez que respira el aire tóxico de la montaña, se ve su aliento en nubes de vapor. Un casco protege su cara contra el viento frío y esconde su pelo largo y negro. Su ropa, como su cara, está vieja, usada y desgastada. Hay agujeros en sus pantalones, que le quedan grandes porque eran de su padre. Andrea usa una bota de cuero y una zapatilla deportiva. Su abrigo está manchado con el lodo gris que inunda el pueblo y el mercurio que se usa para procesar las piedras. 

La minería es trabajo de hombres. De hecho, no se permiten mujeres en la mina. Los mineros creen que la presencia de una mujer trae mala suerte para la búsqueda. ¿Y qué buscan? Oro. El mismo oro que llamó a los conquistadores españoles en el siglo XVI llama a Andrea y a sus compañeros esta mañana. Pero hay una gran diferencia entre los dos grupos. Los conquistadores llegaban a la tierra nueva con corazones llenos de esperanza, sabiendo que las montañas contenían grandes reservas del metal precioso que podía convertirlos en reyes del mundo. En cambio, Andrea y sus compañeros pasan días enteros en la mina sin encontrar nada. Y si por casualidad encuentran una onza de oro entre las piedras de la montaña, tienen que entregársela al supervisor de la Corporación Minera Ananea. No hay nada de esperanza en sus corazones. 

Andrea no puede contarle a nadie que ella es mujer. La expulsarían de la mina y del pueblo. Pero gracias a su ropa, su expresión y su apariencia en general, no hay mucho riesgo. Cada hombre que la mira cree en la etiqueta de identificación de su abrigo (también heredada de su padre) que dice Andrés. Y Andrés encaja bien entre los cientos de hombres esperando otro día en la mina. 

Entre las caras de los hombres que rodean a Andrea esta mañana, hay una que le llama la atención. Es la de un hombre más joven que los demás. Más muchacho que hombre. Y no cuenta con la misma experiencia en los ojos ni las mismas cicatrices en la cara. Es obvio que es nuevo. Lleva menos tiempo en la montaña. Andrea lo conoce del pueblo. Lo ha visto caminando por los caminos cerca de su choza. Andrea mira la etiqueta en su abrigo y ve que se llama Manolo. Levanta la vista y se da cuenta de que Manolo la está mirando también. Hay un momento de contacto visual y... no puede ser. ¿Una sonrisa? Es pequeñita, pero parece que Manolo le sonríe a Andrea. ¿En serio? ¿No sabe que nadie sonríe en esta maldita montaña? Está estrictamente prohibido. 

A las 6 de la mañana, con los primeros rayos de sol asomando entre los picos de las montañas cercanas, los supervisores abren los portones y dejan entrar a los mineros. Andrea respira hondo (su última respiración del aire de afuera), se pone el casco que tiene en la mano y sigue a Manolo y a los otros hombres. Pasan bajo los dientes, sobre la lengua y a través de la garganta de la mina. La montaña Ananea se conoce como La Bella Durmiente, pero en realidad es una bestia y Andrea ha entrado a su estómago. 

Hoy es el día número 28 de este turno para Andrea. En el sistema de «cachorreo» que se usa en la mina, los mineros trabajan 30 días consecutivos. Durante los 30 días, los mineros quitan rocas y piedras de la mina y entregan todo a la Corporación Minera Ananea, pero la corporación no les paga nada. Después de los 30 días, hay un día libre (día 31) en que los mineros pueden sacar de la mina todo lo que pueden llevar en las manos. Pueden quedarse con todo y llevárselo a sus casas. Si las piedras que sacan contienen mucho oro, han ganado la lotería. Si no hay nada, no hay nada. 

Hay historias de mineros que ganaron esta lotería. Encontraron trozos enormes en su colección del día libre. Vendieron su tesoro, bajaron de la montaña y nunca volvieron. Ahora viven en mansiones en Lima, cenan en restaurantes finos y mandan a sus hijos a las mejores escuelas privadas. Pero para Andrea, las historias son historias y nada más. Mitos de ficción preservados por los supervisores para motivar a los trabajadores. Ella nunca ha ganado la lotería del oro. En un turno típico, gana entre $25 y $50. 

Comprensión: 

Después de leer el primer capítulo, responde las preguntas con oraciones completas.

(1 point per question)

1.

¿Dónde trabaja Andrea? ¿Qué secreto tiene?


2.

¿Por qué no se les permite trabajar a las mujeres en la mina?


3.

¿Cuál es la diferencia entre los mineros del siglo XVI y los compañeros de Andrea?


4.

La Corporación Minera Ananea no les paga a los mineros de manera tradicional. ¿Cómo les paga?


Comunicación: 

(1 point per question)

5.

Piensa en el sistema de pago que usa la Corporación Minera Ananea y en cómo mata la esperanza y la motivación de los mineros. Escribe a la compañía para explicarles el problema con este sistema y ofrecerles una solución. 





Extensión:

(1 point per question)

6.

En la mina no se les permite trabajar a las mujeres. ¿Qué profesiones no aceptan mujeres hoy en día? ¿Estás de acuerdo en que las mujeres no deben trabajar en ciertos lugares? Explica tu respuesta.



La montaña que tragó a Andrea en la mañana, la vomita en la tarde. Sale de la mina aún más agotada y más sucia. Le duelen los pies y la espalda. Oye sirenas en los oídos y está cubierta con el polvo de la mina. Tiene que pasar por un punto de control donde los supervisores revisan a los mineros. No permiten que ni una onza de piedra se vaya de la mina sin su permiso. Hoy es el día número 28. No es el número 31. Andrea le muestra al supervisor que no hay nada en los bolsillos de los pantalones ni del abrigo y se va para su casa. Firma en el cuaderno al lado del nombre Andrés Aguilar y promete volver al día siguiente para el día número 29.

Andrea camina por las calles de La Rinconada, la ciudad que fue construida alrededor de la mina de oro. Está llegando el atardecer y las luces de los bares se encienden. Entre la mina y su casa, Andrea pasa por un montón de bares y cada uno está lleno de mineros ya casi borrachos. La mayoría de los hombres gasta lo poco que gana en la mina en el alcohol de los bares o en las prostitutas que hay afuera. Las mismas prostitutas tratan de llamarle la atención a Andrés mientras pasa. Andrea se apura un poco, evita el contacto visual y así rechaza sus ofertas. Pero no puede pasar sin pensar en sus vidas: «Quizás me iría mejor siendo una de ellas. El trabajo sería más fácil y seguro que me pagarían mejor». 

Hay electricidad en La Rinconada, pero no hay ni agua ni servicios sanitarios. Por eso, todo huele a una mezcla fea de basura, aguas negras y humo tóxico. Andrea está acostumbrada al olor y no lo nota. Tampoco nota el frío que emana del glaciar que rodea la ciudad. Así es la vida en La Rinconada, la ciudad más alta del mundo. Siempre hace frío y siempre huele a excremento. 

Casa es una palabra generosa para la vivienda de Andrea y su familia. Son cuatro paredes de metal y un techo de metal conectados a un esqueleto de tablas de madera. El suelo es de tierra y no hay ventanas porque no hay vidrio. Una primitiva puerta del mismo metal apenas separa a la familia del frío y de los ladrones de afuera. Hay un horno que se usa para calentar y cocinar. Una chimenea de tubos sale por un hueco en el techo, pero la mayoría del humo se escapa hacia adentro de la casa. El resultado es una presencia constante de humo y oscuridad. 

Cuando Andrea entra por la vieja puerta, Richie, su hermanito, está llorando. Siempre está llorando. Así respondería cualquier bebé de un año a la malnutrición, pero a Andrea todavía le molesta. Norma, la madre, tiene al bebé entre los brazos y trata de calmarlo. 

«Ay, mamá», dice Andrea. «Cállalo. ¿Cómo puede ser que nunca deje de llorar? Estoy harta». 

«Es que tiene hambre», le responde su madre. «Y no hay nada para comer». 

«¿Nada?» 

«Nada, mi amor. En la mesa hay un poquito de plata. Llévala a la pulpería y cómpranos leche y tortillas, por favor». 

«Bueno, mamá. Un momento». 

Andrea se quita el casco y se suelta el pelo. Así, Andrés se transforma en Andrea. Se quita el abrigo y los pantalones de su padre y se pone un suéter y otros pantalones de jean. No piensa ni un momento en lavar la ropa de trabajo de la mina. El agua que tienen guardada en una olla está más sucia y no hay forma de secar la ropa en el aire frío de la montaña. Agarra la plata, 7 soles, y se pone la bota y la zapatilla deportiva. Sale de la choza sin despedirse de su madre. 

En la pulpería, Andrea tiene que tomar una decisión. Una caja de leche cuesta 5 soles y el paquete de tortillas cuesta 5 soles. Ella tiene 7. Está considerando las opciones cuando oye una voz detrás de ella. 

«¿Hay algún problema?» 

Andrea se da vuelta y ve a Manolo, el muchacho de la mina. Sorprendida, Andrea no puede responder. 

«Si necesitas, te puedo prestar 5 soles», le dice Manolo con la misma sonrisa pequeña de la mañana. 

Andrea trata de pensar en una excusa, pero decide que realmente lo necesita. 

«Pues, gracias. Es que se me olvidó el resto en la casa». 

Con el dinero de Manolo, Andrea compra las tortillas y la leche. Sale de la pulpería y le dice: «Muchísimas gracias. Te lo devuelvo. Te lo prometo». 

«Con mucho gusto. Me lo puedes devolver en la mina mañana». 

«Sí, en la min...» Andrea se queda congelada. «Eh.... ¿En la mina? No. Yo no trabajo en la mina. Solamente se permiten hombres. Las mujeres traen mala suerte». 

Manolo se ríe y señala los zapatos de Andrea, una bota y una zapatilla deportiva, y le dice sarcásticamente: «Sí, claro. Tú no trabajas en la mina». 

Manolo se da vuelta y empieza a alejarse. Andrea corre para alcanzarlo y le dice: «Por favor, no le puedes decir a nadie. Es que mi padre se murió y mi familia necesita...» 

«Tranquila, tranquila», le dice Manolo. «Puedo guardar tu secreto. Con una condición». 

«¿Qué?» 

«Dime tu nombre real». 

«Andrea». 

«Bueno, Andrea. No voy a decirle nada a nadie. Y no te preocupes por la plata. Fue un regalo. Me lo puedes devolver cuando encuentres un montón de oro en la montaña». 

«Gracias». 

Comprensión:

Elige la respuesta correcta.

(1 point per question)

1.

¿Cómo gastan los mineros la mayoría del dinero?

En alcohol y prostitutas

Apostando

En la comida

En ropa nueva para seguir trabajando

2.

¿Qué piensa Andrea cuando camina a su casa?

En la vida que podría tener si fuera prostituta

En la vida que podría tener si encontrara oro el día 31

En el escándalo que habría si la compañía descubriera su secreto

Ninguna de las opciones es correcta

3.

¿Cuántas personas viven en la casa de Andrea?

2

3

4

4.

¿Por qué está llorando el hermano menor de Andrea?

Porque se lastimó con el horno

Porque tiene sueño

Porque extrañó a Andrea

Porque no hay nada para comer

5.

Manolo ve a Andrea en la pulpería. ¿Cómo sabe que es su «compañero» de la mina?

Por sus ojos

Por su voz

Porque Andrea le dijo su secreto

Por sus zapatos

Comunicación:

(1 point per question)

6.

Imagina que eres Andrea y que Manolo acaba de descubrir que tú trabajas en la mina y que no eres un hombre. Manolo ya te prometió que no diría nada a nadie de tu secreto, pero tienes miedo. Escríbele a Manolo y ruégale que guarde tu secreto. Dile sobre la seriedad de tu situación.



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